España
era la última en resistirse. En nombre de Europa, del humanismo, del
traumatismo franquista. La última en no tener diputados de “extrema derecha” o
“nacional-populistas” en el Parlamento. La última en servir de “barrera”. La
última en experimentar una alternancia del viejo mundo entre socialdemócratas y
cristianodemócratas. Leer artículo ⇰