El nuevo poder ya no es restrictivo y autoritario. Es, en cambio, hedonista y consumista: debe romper todo límite y toda autoridad, porque los bienes no conocen límites ni autoridad. Y un mundo reducido a una mercancía es un mundo, por definición, sin límites y sin autoridad, con la consiguiente liberalización individualista de las costumbres y el consumo. Leer artículo