El eurasismo, por tanto, no es ajeno a Europa porque de hecho es el nombre que se le da a una nueva teoría política, con un componente geopolítico crucial, que cada civilización deberá abordar y apropiarse a su manera y según su propia visión original del mundo y del hombre. El desafío no es, de hecho, tratar de mirar el mundo a través del pequeño extremo del telescopio ruso, sino establecer y afirmar nuestra propia visión del mundo europeo mientras nos esforzamos por ir más allá de las quimeras que, aún hoy, sirven como guías intelectuales en nuestros vagabundeos inconsistentes. Leer artículo