El
poder, con otras palabras, es la producción de la palabra autorizada; es el
control de lo lícito e ilícito. Es eso que funda la sacralidad de un régimen,
cualquiera que sea: la delimitación del perímetro de lo prohibido. Lo que uno
tiene el derecho de decir y lo que uno no tiene el derecho de decir. Y que
constituye un conjunto de prescripciones imperativas y de proscripciones
inviolables. Leer artículo