No es un asunto nuevo (algunos ya lo
habían señalado en 2016), pero no por ello es menos escandaloso. Según algunos
medios alemanes, muchos refugiados sirios estarían viajando a su país
durante las vacaciones. El ministro del Interior amenaza con quitarles su
estatuto de refugiados en Alemania.
Recordemos que Alemania ha acogido desde
2011 cerca de 780 000 sirios que habrían huido a la vez del régimen de Bachar
el-Assad y de los islamistas del ISIS. Que algunos de ellos puedan volver de
vacaciones a su país de origen prueba, sin duda, que la situación ya no es para
ellos tan peligrosa y empuja a preguntarse sobre las verdaderas razones que les
empujaron a solicitar el estatus de refugiado.
Hay que tener en cuenta que esas
vacaciones se pagan con el dinero de las ayudas percibidas en Alemania. Se
comprende entonces que el ministro del Interior quiera tranquilizar a la
población sobre el uso del dinero público. Aunque, en la actualidad, solo se
queda en el peldaño de la amenaza. En Francia, ¿habría refugiados que,
percibiendo ayudas sociales, estarían viajando también a Siria en concepto de
vacaciones? El ministro del Interior, si quiere parecer serio, debería
investigar rápidamente este punto.
“Si un refugiado sirio pasa regularmente
sus vacaciones en Siria, no puede afirmar que sufre persecución en ese país.
Debemos anular su estatus de refugiado”, ha dicho Horst Seehofer a la prensa.
Con mucha razón, aunque tenga un interés político. Ha explicado que la oficina
alemana para la inmigración estaría siguiendo de cerca los desplazamientos de
esas personas que disponen del estatus de refugiado. Pero cabe esperar que
estas almas protesten contra esta discriminación.
Este asunto revela, si lo dudábamos
todavía, hasta qué punto la cuestión de la inmigración en Alemania es un
problema económico antes de ser un problema humano. La generosidad en el pasado
de Angela Merkel se explica sobre todo por el déficit demográfico y por la
necesidad de recurrir a una mano de obra extranjera, muy barata a ser posible.
La concesión del derecho de asilo es legítima cuando se está realmente
perseguido, pero hacer pasar consideraciones económicas como si fueran actos de
solidaridad es una gran hipocresía.
Acabamos de saber también que una de las
últimas decisiones del gobierno de Theresa May fue quitar su nacionalidad a un
yihadista británico-canadiense, un joven de 24 años, detenido en Siria. La
razón fue que era “un medio para parar la amenaza terrorista que plantean
individuos muy peligrosos y mantener la seguridad en el país”, indicó el
portavoz del gobierno británico, mientras que Canadá expresó que estaba
“decepcionado de que el Reino Unido hubiera tomado esta medida de forma
unilateral para descargarse de sus responsabilidades”. En ese caso también la
decisión no estaba exenta de segundas intenciones pero, por lo menos, tenía el
mérito de haberse llevado a cabo.
¿Quién sabe si el gobierno francés no se
ofuscará con estos ataques a los derechos humanos? En este ámbito como en
otros, incapaz de tomar decisiones claras, navega entre dos aguas corriendo el
riesgo de, para no enfadar a nadie, acabar enfadando a todo el mundo. ■ Traducción: Esther Herrera Alzu. Fuente: Boulevard Voltaire