La Alt-Right, o derecha alternativa
estadounidense, un movimiento heterogéneo operativo, especialmente, en foros de
internet y redes sociales, contribuyó significativamente a la victoria de
Donald Trump.
En una sala
de conferencias de ambiente animado, un orador cuarentón fustiga violentamente
lo que él denomina la “lügenpress”,
una antigua expresión alemana que significa “prensa mentirosa”, ante una
audiencia mayoritariamente masculina de unos doscientos jóvenes de pelo corto o
rasurado y cuello despejado. Basta con que alguien grite, desde la tribuna,
“¡Salve a nuestro pueblo! ¡Victoria!”, para que todos se levanten. A pesar de
las apariencias, no estamos en un mitin del Partido nacionalsocialista alemán
en los años 30 y el orador no es un tal Adolf Hitler. Tampoco nos encontramos
en una escena de la serie ucrónica americana The Man in the High Castle [la ucronía es un género literario, o
novela histórica alternativa, que se caracteriza porque la trama transcurre en
un mundo desarrollado a partir de un punto en el pasado en el que algún
acontecimiento sucedió de forma diferente a como ocurrió en realidad],
inspirada en la novela homónima de Philip K. Dick, que describe una América
nazificada tras la victoria de Alemania en 1945.
La escena
tiene lugar en Washington, D.C., Estados Unidos. A unos cientos de metros de la
Casa Blanca, durante un coloquio del Instituto Nacional de Policía, think-tank ultraconservador. El orador
en cuestión es Richard B. Spencer, entonces de 38 años, apoyo incondicional de Trump y
figura central del movimiento político Alt-Right (o "derecha alternativa"). Es,
por otra parte, el que bautizó este movimiento. Nacido en 2008 bajo la
presidencia de George W. Bush, a través de foros de internet como 4chan, la AR
es una corriente proteiforme que prosperó sobre la desconfianza del público
americano frente a los medios tradicionales y el desarrollo del
conspiracionismo. Aunque recientemente fue rechazada por Trump, debido a la
presencia de supremacistas blancos en sus filas, la AR ha ido en aumento tras
su elección.
En nombre de la defensa de la
"raza blanca"
______________________________________
Prueba de
ello fue el nombramiento de Steve Bannon como jefe de estrategia y alto
consejero de la Casa Blanca. Aunque hoy lo niegue, sigue siendo un eminente
representante del movimiento, puesto que dirigió el muy conservador sitio de
información Breitbart News, principal
órgano de prensa de la AR de 2012 a 2016. Antiguo funcionario, Bannon no
siempre fue un “outsider”. Diplomado en Harvard, trabajó para la banca Goldman
Sachs. Después de vender su empresa Bannon
& Co a la Sociedad General, se lanzó a la realización o la producción
de documentales, películas políticas especialmente, como In the face of Evil (sobre Ronald Reagan), Battle for America (dedicada al Tea Party) o The Undefeated (documento hagiográfico a la gloria de Sarah
Palin).
La otra gran
figura de la AR fue Jared Taylor. El ideólogo identitario es un antiguo
periodista que dirigía la revista American
Renaissance. Nacido en Japón, este hijo de misioneros cristianos, es un
veterano de la extrema-derecha estadounidense y también apoyó oficialmente a
Donald Trump. En nombre de la defensa de la “raza blanca” ha publicado el
ensayo La América de la diversidad: del
mito a la realidad.
Donald Trump, figura providencial
______________________________________
Otra pluma en
las filas de la AR: el empresario y emprendedor británico de origen griego Milo
Yiannopoulos. Conocido por sus provocadoras tribunas en el sitio Breibart News, orquestó una campaña en
Twitter para denigrar a la actriz afroamericana Leslie Jones con motivo del
estreno de la película Ghostbusters 3.
La AR es un
conjunto heteróclito, un compuesto de personalidades muy diferentes, cuyo único
punto en común parece ser el odio al establishment y del Partido republicano,
así como de lo que ellos llaman “cuckservatives”
(término peyorativo que equivale al tipo de derecha cobarde que tolera ideas progresistas). A pesar de su nombre, la AR no es una nueva derecha, como
la encarnada en Francia por Alain de Benoist. La AR es una derecha atrapa-todo
ideológicamente hablando: ultraliberales, populistas, nacionalistas,
supremacistas blancos e incluso libertarianos, reunidos bajo la bandera de la
defensa de las clases medias blancas.
La AR no es,
por otra parte, tan “alternativa” como pretende: las ideas que vehicula están
muy próximas a las de los paleoconservadores, esa vieja derecha norteamericana
tradicionalmente opuesta a los neocons.
La AR es el paleoconservadurismo de la era digital. Interesa a los jóvenes de
25 a 35 años, la generación Facebook, más adepta al troleo en internet que a un militantismo riguroso y
comprometido. Lo testimonia, sobre todo, su afición a los memes, esas
imágenes humorísticas tan presentes en los foros internéticos. El meme “Pepe la
rana” se convirtió en la mascota de los partidarios de Trump. Nacionalistas
blancos en pantalones cortos, los partidarios de la AR son unos geeks [personas fascinadas por las
nuevas tecnologías]. Idolatran la virilidad del multimillonario Trump, en el
que ven una figura providencial y se desmayan ante la belleza de sus iconos
femeninos, como la rubia cantante Taylor Swift o la francesa Marion Maréchal-Le
Pen.
Voluntariamente
provocativa, insuficientemente estructurada, pero tan moderna como para haber
comprendido la importancia y la utilidad de las redes sociales en la guerra de
información política, la Alt-Righ
creó el clima favorable para la elección de Donald Trump. ■
Fuente: Causeur