Si
bien Matteo Salvini ha necesitado varios años para imponerse a la cabeza de la
Liga, en la que ha revolucionado su programa, no le ha hecho falta más que unos
pocos meses para imponerse en la península itálica. Además de ministro del
interior, Salvini ha sido el hombre que ha tejido la alianza con el Movimiento
5 Estrellas para llevar el populismo al poder. Antonio Rapisarda, su biógrafo,
nos proporciona las claves de su éxito.
Invisible
para los falsos reyes de la Unión Europea, un hilo conductor une y nutre la
aventura política de Matteo Salvini. La vamos a desembrollar comenzando por su
“segunda vida”, la que se abre poco tiempo antes de su elección en 2013 como
secretario federal de la Liga, la cual va a expandirse en la oposición central
al gobierno técnico y a la “gran coalición”, para alcanzar, en la actualidad,
el punto álgido con su nominación como vicepresidente del consejo en este
“inesperado gobierno”, como lo define él mismo en relación con la alianza
populista con el Movimiento 5 Estrellas.
“Nosotros
estamos aquí hoy porque es el principio de un camino que nos conducirá a la
victoria, a la ocupación de Bruselas, a su desmantelamiento y a su
reconstrucción sobre nuevas bases”. Tales son las palabras claves de su primer
discurso como secretario nuevamente elegido de la Liga, a principios de
diciembre de 2013, en el cual ‒para todos aquellos que quieran escucharlo y
entenderlo‒ Salviní enmendó la línea secesionista y políticamente más divisoria
de Umberto Bossi.
Matteo
Salvini contra Umberto Bossi
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¿De
qué estamos hablando? Desde ese día, el nuevo secretario general ya no volvió a
atacar a Roma: la ladrona, capital de la burocracia y de la opresión fiscal de
la Italia del norte productivo. Desde ese día, Roma, la violadora, es la
capital de la burocracia europea: el “no-lugar”, por hablar como Marc Augé,
donde la tecnocracia deconstruye a los pueblos europeos a través de los
tratados económicos y de las reglas presupuestarias que amputan las soberanías
estatales. Estas palabras de Salvini podían parecer pura propaganda en ese
momento (hace sólo cinco años). La Liga atravesaba entonces una crisis política
(enredada en el escándalo de la “locura de los gastos” por la que el
dirigente Bossi y el “círculo mágico” de sus más próximos eran objeto de una
investigación). Cuando las perspectivas electorales eran prometedoras, por la
desastrosa dimisión del gobierno Berlusconi, impuesta por la troika, la Liga
sólo consiguió un irrisorio 4%, incapaz de imponer sus temáticas en el debate
público. La Liga se mostraba igualmente inconsecuente, manifestando ciertas
veleidades tanto revolucionarias (la independencia de la Padania, un tema que
todavía subsiste en los eslóganes de algunas reuniones) como reformistas (el
federalismo que, bajo la dulce forma de una reforma fiscal, parecía condenado
después del referéndum constitucional de 2006). En este contexto, la llamada a
"ocupar Bruselas" podría parecer desconectada de la realidad, en
tanto que emanaba de un diputado europeo relativamente desconocido. Un
sentimiento reforzado por el hecho de que la elección de Salvini a la cabeza
del partido, frente a un Umberto Bossi completamente fuera de juego, había sido
el recurso de última hora para un movimiento que ahora era percibido como
“periférico” en la política italiana, singularmente en el curso de una
secuencia política en la que la renovación parecía venir de la mano de Matteo
Renzi.
Sin
embargo, el cambio programático ‒de una demanda de independencia (del Norte) a
una demanda de soberanía (nacional)‒ el “combate prioritario” se llevaba contra
aquellos que pisotean los intereses nacionales en nombre de imposiciones
externas (esta Unión europea asimilada a la Unión soviética, al Gulag), todo lo
cual indicaba la voluntad de proceder a una renovación profunda de los temas de
un partido regionalista y völkisch. Pronto, el joven dirigente “nacionalizaría”
las fronteras políticas y geográficas de la antigua Liga para convertirse en un
partido mayoritario capaz de tejer alianzas de gobierno al margen del
centro-derecha, de erosionar la base de su aliado el M5E y de imponer su
liderazgo a la cabeza del movimiento identitario euroescéptico.
El
"hombre más temido" de Europa
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Cinco
años más tarde, el objetivo anunciado por Salvini en el congreso de Turín se
había alcanzado. No solamente la Liga se encontraba en el gobierno, sino que
Italia representaba, a escala del continente y en vísperas de las elecciones
europeas de mayo de 2019, el país con más posibilidades de salir de la “trampa”
de la Unión europea en la que se encontraba encerrado.
¡Cuánto
camino recorrido en tan poco tiempo! De la amenaza de desaparición de su
partido al éxito del 17% en las elecciones de 2018, con la clave del contrato
de gobierno con el M5E ‒y la tendencia de los sondeos que otorgan a Salvini el
30% de los votos. Algunos avanzan, incluso, su nombre como posible candidato a
la cabeza de la próxima Comisión europea, a fin de desmantelar el duopolio Partido
popular europeo / Socialistas y socialdemócratas europeos, que dirige el
Parlamento y las instituciones europeas desde hace una década.
Uno
de los periódicos más importantes de la élite mundializada (Times) dedicaba
su portada al ministro italiano del interior: Salvini era descrito como “el
nuevo rostro de Europa”, con “la misión de deshacer la Unión europea”,
comenzando por la política migratoria, El corresponsal romano del diario lo
definía como “el hombre más temido del continente”, “el capitán que trastorna
el establishment europeo y amenaza con reinvertir un sistema político que ya
lleva varios años vacilante frente a la ola populista”.
Más
allá del acostumbrado sensacionalismo, lo que aparece es la ambición
continental de Salvini, la última etapa de su evolución. “Nosotros trabajamos
para recuperar el espíritu europeo que ha sido traicionado por los dirigentes
de la UE”, explicaba el líder nacional-populista. Para él, “está claro” que,
para resucitar el espíritu de los padres de la Comunidad europea, es necesario
“cambiar la dinámica europea”. En resumen, el objetivo de Salvini no es
destruir furiosamente la arquitectura comunitaria, sino, al frente de su
posición de dirigente de la tercera economía europea, “salvar a Europa: quiero
renovar el sueño europeo de nuestros hijos, que se ha extinguido por décadas de
austeridad”.
A
la cabeza de una Liga devenida nacional, capaz de aparecer como el jefe de los
países del sur de Europa (en previsión de una alianza estratégica con el grupo
de Visegrado, compartida con los conservadores europeos del PPE), Salvini tiene
ahora por objetivo socavar el eje franco-alemán y el rigor presupuestario de
los países del norte de Europa.
En
la lista de los "Communisti Padani"
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Nacido
hace 45 años en el seno de una familia de la pequeña burguesía milanesa,
diplomado en literatura, estudiante de ciencias políticas en la universidad, si
bien sin terminar sus estudios, Salvini se incorporó muy pronto a la Liga, a
los 17 años, abrazando sus posiciones independentistas y mostrando una actitud
rebelde próxima a la izquierda autogestionaria. Así, el joven Salvini
frecuentaba asiduamente, de los 16 a los 19 años, el Centro social
autogestionado de Leoncavallo, corazón del movimiento social en los años 90 en
Milán. Estas elecciones coloristas caracterizan la primera parte de su carrera
política, que lo conducen a participar en las elecciones al Parlamento de la
autoproclamada Padania en 1997, en las que es elegido en la lista de los
“Communisti Padani” (cuyo emblema era la hoz y el martillo). “En la Liga,
explicaba Salvini en una entrevista televisiva, se me reprochaba llevar un
pendiente, barba y ser un poco raro”. De su proximidad con la izquierda
contestataria, Salvini guarda sólidas convicciones sociales, lo que atestigua,
por ejemplo, su oposición a la reforma Fornero (que eleva significativamente la
edad de la jubilación) y en su crítica radical de la globalización.
La
síntesis operada por Salvini no hubiera sido posible sin una experiencia en el
seno de la base militante de la Liga: es ahí donde conoce las nuevas
herramientas para conducir una lucha política 2.0, integrando la voz de los
territorios en un enfoque populista basado en la crítica de una burocracia
europea injusta y arbitraria, aliada de los mercados financieros.
Otra
experiencia capital en su construcción política, y de la que poco se habla, es el
tiempo que pasó como periodista en La Padania y, más aún, en la aventura de
Radio Padania Libera, durante la cual aprendió a identificar los temas
populares respondiendo en directo al teléfono a millares de personas.
Un
pacto entre nacionalistas y (antiguos) regionalistas
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Su
elección en 2004, y después su reelección en 2009 al Parlamento europeo, cierra
esta primera parte de su vida. Antes del congreso que le ofrecerá un destino
nacional, Salvini profundizará sus vínculos con los miembros del grupo Europa
de las Naciones y de las Libertades, especialmente con Marine Le Pen y el Front
National, gracias al trabajo de fondo de su amigo de la época de la Juventud
padana, Lorenzo Fontana (hoy ministro de familia). Al día siguiente de su
alianza con la dirigente frontista en enero de 2014, Salvini firma el acuerdo
entre nacionalistas y (antiguos) regionalistas por un “pacto entre patriotas,
entre pueblos que defienden su identidad, su cultura y la historia
plurimilenaria de Europa”, contra “el euro, que es un instrumento criminal”,
contra la invasión islámica, contra la inmigración incontrolada”. ¿Resultado?
La Liga obtiene un sorprendente 6% en las europeas, haciendo valer su alianza
eurocrítica con el FN, el FP austríaco y el PVV holandés.
Las
relaciones con el socio francés van mucho más allá del acuerdo estratégico en
el Parlamento europeo. Si, por un lado, el líder de la Liga se inspira en las
tesis y los métodos del FN para reforzar su impronta nacional-populista, por
otro, da un impulso sin precedentes al grupo de países populistas que, sin ser
mayoritarios en sus países, luchan por hacerse escuchar: “Pienso que es un
dirigente extremadamente valiente, estimaba Marine Le Pen durante el congreso
de Lyon en 2014, lo que le ha permitido entrar de lleno en la vida política
italiana. ¿Será Salvini primer ministro italiano en el futuro? ¿Por qué no?”
Unos años más tarde, la premonición casi se hace realidad. Porque el viceprimer
ministro Salvini es, según todos los analistas, el auténtico jefe del gobierno
italiano y de la Liga. La coalición entre los dos aliados a la cabeza del
frente soberanista en Europa fue celebrada en Roma cuando Salvini, aplaudido
por Le Pen, lanzaba oficialmente el “Frente de la libertad”, que va a trabajar
en un proyecto para Europa para los próximos treinta años.
¿Cómo
ha podido conseguir Salvini tantas cosas en tan poco tiempo? Nada de esto
hubiera sido posible sin una decisión-choque, revolucionaria en relación a lo
que constituía el núcleo de la doctrina de la Liga Norte: el abandono de las
fronteras de la Padania y la apertura a los representantes de la “derecha
difusa” (destra diffusa). Después de las últimas elecciones europeas, en las
que la Liga Norte consiguió, como era de esperar, el 2% en las
circunscripciones del centro de Italia (elección de Maria Borghezio) y el 1% en
las islas, Salvini pudo oficializar su nueva línea en dirección al centro y el
sur de Italia, hasta la misma Sicilia, apoyándose en la red “Nosotros con
Salvini”. Pese a la oposición de Bossi, que ya no representa más que a una
minoría en el seno del partido, Salvini optó por jugar la carta de la península
itálica. El objetivo es claro: ocupar el espacio político abierto tras la
implosión del PDL de Matteo Renzi y los enfrentamientos fratricidas entre
antiguos miembros de Alianza Nacional. Desde ese momento, Salvini obligará a su
partido a repensar sus “fronteras” geográficas e intelectuales, a través de un
programa centrado sobre la protección social y la soberanía nacional.
"La
calle, la calle, la calle"
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Esta
descompartimentación (la nacionalización de la oferta política), unida a nuevas
problemáticas (la crítica del mundialismo), no se hizo sola. Salvini siempre ha
estado interesado por las teorías no-conformistas de intelectuales como Massimo
Fini o Alain de Benoist (significativo es su encuentro a finales de 2013,
gracias al trabajo del grupo de reflexión Il Talebano). A esto se suma el
acercamiento a entidades como CasaPound. El acuerdo con esta organización,
ciertamente, ha durado poco tiempo, pero ha sido políticamente útil: Salvini se
ganó la simpatía de la derecha anti-establishment, captando la atención de los
medios, mientras que CasaPound salía de su aislamiento político y cultural.
El
resto ‒como ha explicado Salvini en varias ocasiones‒ no ha sido más que
"la calle, la calle, la calle", desafiando al gobierno de Renzi y al
centro-izquierda desde las plazas públicas ‒en Roma, símbolo de la derecha, en
Bolonia, símbolo de la izquierda‒, viajando por las pequeñas ciudades,
encadenando apariciones televisivas desde las más pequeñas emisoras locales
hasta los programas nacionales. Salvini se ha convertido rápidamente en el
representante político más seguido de Italia en las redes sociales.
El
carisma de Salvini es, en efecto, un fenómeno considerable, comparable al de
una estrella de rock. En esta etapa, la puesta en escena, tanto de su imagen
como de su cuerpo, ha sido crucial: lo jerséis de lana para cada ocasión, para
mantener su look, le han permitido no sólo llevar una comunicación informal de
proximidad, sino también enviar un mensaje al resto de Italia. ¡Qué contraste
con las camisetas que llevaba en la época de la Liga Norte, con las que
inmortalizó la inscripción “¡La Padania no es Italia!" Ahora, Salvini lleva
jerséis estampillados con Sicilia, Calabria, sin olvidar la insignia de Roma.
Comienza a sentirse “en casa” en toda Italia y a ser invocado como interlocutor
social privilegiado contra las políticas antinacionales de los gobiernos
italianos y europeos en el profundo sur europeo. Incluso se le perdona haber
cantado canciones ultras.
La
Liga recogerá los frutos de esta nueva política en las elecciones regionales de
2014 a 2015. Además de conquistar un nuevo bastión en Venecia, el partido de
Salvini supera a Forza Italia como primera fuerza de la derecha, incluso en las
regiones en las que históricamente eran de ésta, como la Liguria y la
Emilia-Romaña. Salvini es ahora percibido como el principal oponente, a la
derecha, de Matteo Renzi. La derrota de este último durante el referéndum constitucional
de 2016 selló la victoria de las dos oposiciones más exitosas: la Liga y el
Movimiento 5 Estrellas, la primera impulsada por las cuestiones de inmigración
y seguridad, la segunda por la lucha contra la corrupción y el viejo sistema de
partidos. Un ensayo general de lo que sucederá el 4 de marzo de 2018, con el
considerable éxito de Luigi Di Maio (32,4%) y el menor pero igualmente
significativo salto de la Liga de Salvini (17%).
Un
hombre de palabra
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La
alianza de los populistas, Liga y M5E estaba escrita tras el fracaso de intento
de coalición del centro-derecha entre Matteo Salvini (Lega), Berlusconi (Forza
Italia) y Giorgia Meloni (Fratelli d´Italia) para formar un gobierno, combinado
con la ruptura de las negociaciones entre el M5E y el Partido demócrata. La
alianza de la Liga y el M5E se convirtió en la única solución para dotar de
gobierno a Italia. En conjunto, estas dos fuerzas, como lo mostraba el mapa de
Italia al día siguiente de las votaciones, reunían el centro-norte y el
centro-sur en un voto contestatario contra los diktats de la troika y la
sumisión a la agenda europea de los diversos gobiernos italianos desde 2011.
Matteo Salvini eligió firmar con Luigi Di Maio un “contrato de gobierno”
dejando al lado los puntos de discordia para garantizar la puesta en marcha de
las reivindicaciones más emblemáticas de cada uno.
No
tardó mucho tiempo Salvini para imponerse como ministro del interior. En agosto
de 2018, rechazó acoger a los migrantes a bordo del Diciotti y optó por cerrar
todos los puertos italianos. Una decisión que tuvo el consenso de su partido,
explotando la menor ocasión para soliviantar a la Unión europea, a la que
obligó a posicionarse sobre este asunto para que sus socios compartiesen la
carga migratoria de los barcos. Aprobada también por el presidente húngaro
Viktor Orbán, esta campaña contra la UE le ha permitido abrir una fractura en
el seno del Partido popular europeo. Además, ha permitido a la Liga superar al
M5E en todos los sondeos, y a Salvini ganar influencia sobre Di Maio en casi
todos los asuntos de gobierno, especialmente en los grandes proyectos.
La
experiencia de Italia con Salvini es un momento clave en la historia europea.
Exactamente como él lo había anunciado cinco años antes. He aquí un hombre de
palabra. ■ Fuente: Éléments
pour la civilisation européenne