Hervé Juvin,
candidato en la lista del Rassemblement National (RN) ‒Agrupación Nacional, de
Marine Le Pen‒ para las elecciones europeas, intelectual bretón, es el redactor
del manifiesto del RN, con motivo de esta cita electoral, “Por una Europa
de las naciones. Manifiesto por una nueva cooperación en Europa”. Hervé Juvin
ha publicado una serie de libros esenciales y, en cierto modo, es el
"dragón negro" de Jacques Attali. Juvin nos hace comprender las
claves de la Europa del futuro y del mundo que queremos para nuestros
hijos.
¿Cómo se desarrolla vuestra campaña
para las elecciones europeas? Una “primera vez” para usted, en tanto que hombre
político…
Tenéis razón.
Las circunstancias son particulares. Por primera vez tenemos listas nacionales
para estas elecciones europeas. Por primera vez podemos cambiar Europa desde
dentro de la UE. He leído que el partido de Nigel Farage sería el más votado
por los británicos. Si a ello añadimos lo
que está pasando en Italia, Hungría, Chequia, Finlandia y España… tenemos una
posibilidad real para cambiar, no teniendo mayoría, pero sí para acabar con el
duopolio de socialistas y conservadores. Existe una auténtica posibilidad de
que los partidos populares/populistas tengan su peso específico. Esta es la razón de mi
compromiso en estas elecciones.
Cuando decís “no tener mayoría”, ¿no
es un problema de alianzas? Da la impresión de que los partidos llamados
“populistas” avanzan en un orden totalmente disperso, a pesar de que las
poblaciones demandan una alianza. Imaginad un grupo parlamentario único para
estos partidos, ¿esto sería muy fuerte, no?
Hay dos
componentes. En general, la UE no cumple sus promesas. Esta es la base de este
movimiento (no me atrevo a decir que es una revuelta), el descontento de los
pueblos en toda Europa. Este es un componente que nos impulsa hacia la unidad.
Pero, a continuación, hay otro componente esencial: cada país, cada nación,
tiene sus prioridades, a menudo diferentes. Y esto no facilita la composición
de un gran grupo europeo que reúna a todos estos partidos populistas. Es la
contradicción habitual que señalan los politólogos, entre movimientos
nacionales y populares, que tienen dificultades para organizarse a nivel
europeo.
Ejemplo: hay
bastante simpatía por Rusia y una desconfianza frente al imperialismo de
América por parte de los partidos populares del Oeste, mientras que, en el
Este, lo que domina es el temor a Rusia y un acercamiento a EE.UU. Hasta hace
poco esta situación no era tan evidente.
Pero la
situación está a punto de cambiar. La sensación de que la UE no puede continuar
destruyendo a las naciones. Que Europa no es nada si no puede definir sus
fronteras exteriores. Todo esto es más importante que los intereses nacionales
particulares. Cuanto más aumente la revuelta respecto al carácter no
democrático de la UE, tanto más será posible superar las diferencias nacionales
para realizar una alianza que pueda cambiar Europa.
Conocíamos al federalista europeo
Hervé Juvin, próximo también de las regiones. Ahora estáis en una lista
centrada sobre la nación. ¿No está esto en contradicción con las ideas que
habíais defendido hasta ahora?
El tiempo
pasa. Trabajé durante 4 años con una fundación presidida por Raymond Barre a
principios de los 90. En aquel momento creí que podría surgir algo así como una
identidad europea, una soberanía europea y quizás un gran conjunto europeo
unificado. Hoy ya no lo creo.
Creo que
Europa está gravemente a la deriva desde finales de los años 80. La UE ha
puesto en peligro a Europa renunciando a su mercado interior. Somos el
continente más abierto a los vientos de la mundialización. La UE ha prohibido a
Europa definir su identidad sobre bases históricas y geográficas. Se ha
sacrificado a una visión ingenua de la globalización, que es la del librecambio
y la del reinado del individuo.
Por eso, hoy
les digo a mis amigos bretones: frente a Google y Facebook, frente a las
multinacionales americanas, frente a los gigantes chinos, por ejemplo, que
tienen la voluntad de comprar tierras y empresas en Europa, el escalón nacional
protege mucho mejor que el nivel regional. Estoy cada vez más convencido de que
es en el nivel del Estado-nación donde mejor podemos actuar ante los grandes
problemas ecológicos. Pero es también el Estado-nación, apoyado en una
cooperación europea reforzada, el que puede hacer frente a los desafíos
estratégicos que nos esperan.
Pero ¿cómo podría Europa, reformando
de la A a la Z la Unión europea, ser más poderosa que el Estado-nación?
Hoy en día,
la UE es el idiota útil de la aldea global. Dejando pasar, actuando con ideas
de los años 90, rechazando ver que el mundo ha cambiado totalmente, nos
encontramos en la ingravidez y el aterrizaje puede ser muy doloroso. Son los
Estados-nación los que aterrizarán. El Estado-nación es la forma política de la
modernidad. Sólo él es capaz de salir del vacío estratégico en el que nos
encontramos para afrontar las amenazas que cada vez son más graves.
Hablamos mucho del Brexit y,
especialmente, del riesgo de una guerra en Europa en el corazón de Irlanda, si
se restablece allí la frontera. ¿Hay que tener esto en cuenta?
Comparto
vuestra opinión. De manera más general sobre el Brexit, pienso que es un
inmenso desastre. Se quería castigar a Gran Bretaña. Después de todo, se firmó
un tratado y se puede deshacer. Pero se ha querido dar ejemplo, como si fuera
prácticamente imposible salirse de la UE. Esto es una negación de la
democracia. Un club del que no se puede salir es una mafia. El ejemplo dado
durante las negociaciones, tanto por los británicos, como por los negociadores
europeos, es de una increíble ligereza. Al final, creo que habrá Brexit, por
lo que Gran Bretaña ya se está posicionando para atraer capitales y flujos
financieros, mientras la UE continúa en una considerable ingenuidad.
Otra cuestión fundamental. Muchos
dicen que las elecciones europeas serán como un referéndum por o contra la
inmigración. ¿Estáis de acuerdo con este análisis?
En parte sí.
En muchos países europeos se tiene la sensación (y mucho más desde la victoria
de Donald Trump) de que si “dejamos hacer y pasar”, llegaremos a ser
minoritarios en nuestras tierras, en nuestros propios países. Creo que en este
escrutinio europeo se decide si queremos seguir siendo los dueños de nuestra
casa, si continuaremos con nuestra identidad histórica, con nuestra larga
historia, nuestras preferencias colectivas.
¿Qué podría hacer la Unión europea
frente a las explosiones demográficas africana y asiática?
Tiene usted
razón al destacar la bomba demográfica africana. También podríamos señalar que
el islam es una religión conquistadora y atractiva, hoy en día. Simplemente
porque es todo lo que una religión debe ser y que el catolicismo ya no cumple.
Observo, incluso en la Bretaña, que la gente cada vez opta más por la
conversión, incluso en los márgenes del islam.
Se nos ha
vendido un mundo multipolar debido al vacío estratégico europeo y a la
acumulación de tonterías cometidas en contra Rusia. Sin embargo, tenemos un
mundo que se está volviendo bipolar, es decir, entre americanos y chinos, con
una presencia de estos últimos cada vez más fuerte y pesada.
El vacío
estratégico europeo se debe a la indefinición de las fronteras exteriores.
Quién es europeo, quién no lo es. Es decir, que no se pasa la frontera si los
que estamos dentro no queremos que se pase. En este punto, la UE ha fallado en
su deber de protección, pidiendo a los Estados miembros que lo hagan al tiempo
que se les desarma. Sólo hay que ver las resoluciones del Tribunal de Justicia
europeo, las directivas europeas en materia de acogida y de reparto de
migrantes. Y considerando unas bases muy claras: hay una identidad y una
civilización europeas, con múltiples culturas que la componen y que se han
definido, históricamente, contra el islam.
De Hungría a
Serbia, pasando por España, la identidad europea se ha creado en gran medida en
contra del islam. Debemos aceptar la larga historia, la identidad singular que
es la nuestra. Renunciar a todas las estupideces sobre el universalismo y el
reinado del individuo absoluto, del hombre fuera de la tierra, sin raíces, sin
lengua, sin sexo. Hay que volver sobre el realismo geopolítico.
El RN es poco favorable a los
particularismos y las identidades regionales. ¿Qué opináis?
Ciertamente,
no voy a negar las identidades regionales. En el siglo XIX, había una sana
competencia entre las regiones, y se decía que cuanto más se es vasco o bretón,
más se es francés. Francia es la magnífica unión de la diversidad de sus
regiones, de la misma manera que Europa es la reunión de la diversidad de sus
naciones. Europa no será nada si no reconoce esta diversidad, igual que Francia
no será nada si no reconoce esta diversidad de patrimonios y de culturas que la
componen.
Último
mensaje: frente a los desafíos y las amenazas que se acumulan en nuestro
territorio, sobre nuestra capacidad para vivir de nuestra producción agrícola,
sobre la inquietud que producen los tratados de librecambio, frente al saqueo
de nuestros datos, etc., es muy importante sentirse, por ejemplo, como yo,
bretón, pero la realidad es que estaremos mejor defendidos llevando nuestros
debates y desafíos al nivel nacional, y sobre esa base, posteriormente, al
nivel de cooperación europea entre los Estados que tienen la voluntad de seguir
siendo soberanos y controlar su territorio. ■ Fuente: Breizh-info