Desde hace algunos meses, Marine Le Pen, dirigente del Rassemblement National (antiguo Frente
Nacional) y su protegido Jordan Bardella, cabeza de lista a las elecciones
europeas, encadenan una serie de declaraciones que podrían crearles problemas en
el seno de su electorado de derecha.
La primera de estas declaraciones, en junio de 2018, la
presidenta del RN afirmaba, sin pestañear, y como respuesta a su sobrina Marion
Maréchal, que “no se consideraba conservadora”. Una sorprendente opción, cuando
el conservadurismo va viento en popa como nunca antes, desde hace doscientos
años en Europa, y sus eventuales aliados europeos, con Orbán a la cabeza, no
dudan en reclamarse de esta corriente de pensamiento.
Su pupilo Jordan Bardella añadía, hace poco, en una cadena
televisiva francesa, lo siguiente: “¡Nosotros también somos progresistas!”
¿Están buscando seducir a los electores perdidos de Raphaël
Glucksmann?
De la diabolización a lo políticamente correcto, la frontera
se cruza rápidamente. Marine Le Pen debería prestar más atención a sus declaraciones
y las de sus colaboradores. Incluso la presidenta del RN, preguntada sobre el
tema del Gran Remplazo (de la población europea por la población inmigrante, teoría
formulada por Renaud Camus), optó por eludir la cuestión en lugar de alertar a
los televidentes: “No conozco esta teoría del Gran Remplazo”.
Igualmente, cuando Bourdin le pregunta a Bardella sobre el
mismo tema, éste opta por batirse en retirada ante el gran predicador catódico
de la televisión francesa: en su opinión, “el Gran Remplazo” no es más que un
eslogan de intelectuales”.
Resulta extraño, especialmente después de la salida de
Florian Philippot, que el RN haya optado por concentrarse casi exclusivamente
en su programa social, en detrimento de dos de sus principales marcadores
electorales, la inmigración y el conservadurismo. Marine Le Pen sabe muy bien
que estos dos temas son las principales preocupaciones de una buena parte del
movimiento de los “chalecos amarillos”, cuando no dudó en confiar que “en las
rotondas, la gente habla de la inmigración”.
Quizás, viendo que los líderes de las otras derechas, François-Xavier
Bellamy y Laurent Wauquiez (Los Republicanos) se han emboscado para recuperar
el electorado conservador, ella tenga interés, en fin, en superar su aversión
hacia la burguesía de derechas para construir una gran alianza, como han sabido
hacer sus grandes modelos, Salvini y Orbán. ■ Fuente: L´Incorrect