Ha transcurrido algo más de tres años desde que falleciera en Estrasburgo el escritor, docente y activista navarro Pascual Tamburri Bariain. De raíces olitenses e italianas, puso su vida, desde muy joven, al servicio y búsqueda del ideal; particularmente como intelectual patriota.
Políglota conquistador de varias licenciaturas y doctorados, fue autor
–además de diversos libros‒ de casi 5.000 artículos que publicó mayormente en
medios digitales; una parte significativa bajo el encabezamiento de su
columna Ruta Norte. Pero también lo hizo en revistas
impresas de pensamiento no conforme (Razón Española, El
Manifiesto) y en otras de espectro más amplio, como Cuadernos de
Pensamiento Político de FAES.
Si bien prevalece en su producción cierta factura periodística, Tamburri
aborda múltiples temáticas desde diversas disciplinas; pero siempre al servicio
del patriotismo español en Navarra, frente al pensamiento políticamente
correcto y la historiografía aborregada de la agit-prop pijo-progre.
Realista, apasionado, discreto, dotado de excepcionales capacidades
intelectuales, siempre permaneció al corriente de cuantas novedades acaecían en
el mundo de las ideas, la ciencia, la historiografía y la literatura.
Especialmente preocupado por la decadencia de la educación en España –una
de las principales razones de su profunda crisis nacional, según su experiencia
en la docencia‒, se sirvió de la saga de El Señor de los Anillos como
transmisora operativa de valores como el honor, el compañerismo, el amor al
trabajo bien hecho, la importancia de las raíces y de la comunidad.
Dotado de tamaño acervo, su voz desentonaba en el entorno de la crítica
socio-política. Por lo que respecta a su pertenencia navarra, si bien
contribuyó a la desmitificación de las imposturas del nacionalismo vasco y de
su permanente falsificación de la historia al servicio de la «construcción
nacional», no se conformaba con los tópicos, autoengaños ni, mucho menos, con
la general atonía –acomodaticia, cegata y materialista‒ de las antiguas élites
del centro-derecha navarrista. Encarnaba, así, una «derecha del ideal» frente a
la «derecha de los intereses» que siempre rechazó.
Aunque UPN se mantuviera muchos años en el poder, con el apoyo de diversas
formaciones a lo largo del tiempo, el centro-derecha navarrista fue incapaz de
afrontar con perspectiva a largo plazo la «revolución cultural» que, desde tan
numerosos como profundos frentes, presenta a modo de eficaz y atractivo
quintacolumnismo, el panvasquismo local con todo el apoyo exterior que
disfruta.
De ahí que fuera uno de los autores españoles que más y mejor se sirviera
de la metodología propia de la metapolítica, entendida al modo de Alain de
Benoist y Charles Champetier en su Manifiesto de la Nueva Derecha publicado
en el año2000: «la metapolítica reposa sobre la constatación de que las ideas
juegan un papel fundamental en las conciencias colectivas y, de forma más
general, en toda la historia humana. Heráclito, Aristóteles, Agustín, Tomás de
Aquino, René Descartes, Immanuel Kant, Adam Smith o Karl Marx provocaron en su
día, con sus obras, revoluciones decisivas cuyo efecto aún se percibe. Es
verdad que la historia es resultado de la voluntad y de la acción de los
hombres, pero tal voluntad y tal acción se ejercitan siempre en el marco de un
cierto número de convicciones, creencias y representaciones que les confieren
un sentido y las orientan».
Gramsciano de derechas, Tamburri era muy consciente de los límites
incapacitantes propios de la actual fase mercantilista de los partidos
políticos. De ahí que participara en cuantas movilizaciones tuvieron lugar en
los discretos medios intelectuales y activistas de la plural, cambiante y
desestructurada «derecha social» española.
Su principal diagnóstico atraviesa toda su obra: España sufre una crisis
excepcional que el nacionalismo vasco explota con medios también excepcionales;
desde la «revolución identitaria», al terrorismo, pasando por la acción
institucional y el relevo de la vieja sociedad civil por el contrapoder
comunitario de la «construcción nacional».
No en vano, el nacionalismo vasco, en su conjunto, no es un mero partido
político al uso: es un movimiento social holístico, de deriva totalitaria, que
permite vivir en clave comunitaria abertzale las 24 horas del
día, los 7 días de la semana, las 365 jornadas al año. Si algo le caracteriza
al nacionalismo vasco es una práctica inmoral de lo público y lo privado que ha
visibilizado la perversa simbiosis de los diversos sujetos impulsores de la
ruptura; unos «moviendo el árbol», otros «recogiendo las nueces». De ahí la
insistencia de Tamburri en la necesidad de un buen diagnóstico como aval de una
imprescindible respuesta excepcional.
Pese a todo, no era pesimista: afirmaba que «toda crisis es una
oportunidad» y que «siempre hay hierba que crece en contra del viento».
Esa perspectiva metapolítica –que encuadra toda su obra, alimentada de
diversas fuentes, como la historiografía de Franco Cardini y el magisterio del
pensador, también italiano, Marco Tarchi‒ facilita la vigencia de la obra de
Tamburri: todos y cada uno de los 73 ensayos recogidos en la compilación que
hoy reseñamos, pueden y deben ser vistos con los ojos de hoy.
Diagnósticos certeros, informaciones veraces, razonamientos impecables, análisis consistentes…; una obra que, aunque no es sistemática –ni se lo propuso ni tuvo tiempo para ello‒, proporcionará al lector múltiples claves: tanto para entender el mundo en el que vivimos, como otros orientados a la restauración de sus formas más nobles. ▪ Fuente: Adáraga